jueves, 30 de octubre de 2008

Violencia de género y falso testimonio

Violencia de género y falso testimonio

La violencia entre géneros es recíproca. Hombre y mujer son iguales en su naturaleza y poseen los mismos "instintos". Comparten atributos, valores y virtudes así como necesidades, carencias y defectos, aunque con matices dados por su condición de hombre o mujer (su sexualidad es eminentemente psíquica y emocional, y no meramente biológica o física). Parece absurdo cuestionar este asunto en la era de "1a igualdad", y que una ley diferencie -rayando las disquisiciones bizantinas- la violencia "de género o sexo". Esto fuerza las cosas a extremos insostenibles con la razón y el sentido común (ahora difunto).
Generalmente consideramos violencia la reacción "explosiva" (no necesariamente irracional, aunque muchas veces instintiva, impulsiva y emotiva) a otra situación o conducta que la "provoca". Primariamente es casi una cuestión de supervivencia. Por ejemplo, ante una frustración o una injusticia (inculcar nuestros derechos o los de otros, atentar a nuestro honor, fama o dignidad, herir nuestra autoestima profundamente, amenazar nuestra integridad emocional, social, o física, cte.), se generan en nosotros sentimientos de indignación o ira, que no necesariamente son perjudiciales.
Jesucristo, el mismo Hijo de Dios, se indignó y su reacción fue más que violenta cuando "haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado. Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo (pasión) de tu casa me consume" (Ev. Juan 2:14 17). ¿Podríamos tildar a Jesucristo de injusto o de violento? Claro que no.
Pero el diccionario habla de otras clases de violencia: "1) Que está fuera de su natural estado, situación o modo. 2) Que obra con ímpetu. 3) Lo que hace uno contra su gusto, por ciertas consideraciones. 4) El genio impetuoso y que se deja llevar fácilmente de la ira. 5) Falso, torcido, fuera de lo natural. 6) Que se ejecuta contra el modo regular o fuera de razón y justicia". En mi opinión, algunas de estas acepciones pueden ser legítimas, según las circunstancias. Sin embargo, la falta de afecto o indiferencia puede ser "violencia", porque matan, así como la dureza del corazón, y la insensibilidad ante la injusticia o la desgracia.
Hay un modo de ejercer la violencia que cae más dentro de lo psíquico (manifestado por lo verbal y no verbal, como gestos, miradas, tono de voz, silencios, etc., denotando rencor o venganza). Cierto que el varón, como consecuencia de su natural disposición, es más proclive a la violencia física. Pero no es menos cierto que la mujer es hábil con la violencia psíquica, emocional y verbal. Puede amargar (y destruir) toda una vida, sin dar jamás una bofetada o levantar la voz. Dice así la Escritura: "Mejor es vivir en un rincón del terrado, que con mujer rencillosa en casa espaciosa". "Mejor es morar en tierra desierta, que con mujer rencillosa e iracunda". "Gotera continua en tiempo de lluvia, y la mujer rencillosa, son semejantes; pretender contenerla es como refrenar el viento, o sujetar el aceite con la mano derecha" (Proverbios 21:9, 19; 27:15 16). ¿No es esto violencia?
Si embargo, debiera imponerse siempre el dominio propio y la mesura (cuando no se puede ser cortés ni cordial). No es cuerdo zaherir, insultar (cosas que atraen el juicio Divino, Mateo, 5:22), abusar, vengarse (para eso está el Gobierno humano, Génesis 9: 5-6), atentar o quitar la vida. Ni dar falso testimonio (Ev. Mateo 15: 19). Sra. Pilar, lo que Vd. afirmó ser una bofetada sin verla no era más que una simple discusión familiar; y a quien Vd. creyó ser víctima, era en realidad la agresora con su carácter desequilibrado y sus celos injustificados. Vd sí que ha ejercido la violencia.

Cándido García Rodríguez
(Zamora)

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