jueves, 14 de mayo de 2009

La píldora del día después

Uno más de los logros de nuestro gobierno socialista. Además de regalar un ordenador portátil a todos los alumnos de 5º de Primaria el próximo año (medida tan demagógica como absurda si su fin es mejorar la calidad de la enseñanza), la píldora del día después va a poder comprarse en las farmacias sin receta. Y creo que este es el primer paso, que pronto se venderá en el Carrefour al lado de los condones.

Nuestras superministras de Sanidad y de Igualdad están contentas. Es un logro más para equiparar a la mujer y al hombre, para situar a cada uno en el lugar en que se merece, y un serio varapalo a la Iglesia católica, que la considera como una píldora abortiva y que por lo tanto va contra el derecho a la vida (por cierto, reconocido en esa Constitución que hasta nuestros poderes públicos se pasan por el forro, como ocurre con nuestro famosísimo artículo 14). ¿Cómo van a someterse nuestras adolescentes al ojo inquisidor del malvado médico de cabecera o del ginecólogo, que podrían hacer juicios morales sobre lo propio o lo impropio de su conducta sexual? ¿Cómo someterse a la vergüenza de ser examinadas, o de recibir el discursito de turno sobre que las relaciones sexuales hay que tenerlas con protección? No, hombre, no. Ellas están más allá del bien y del mal y sus todopoderosos cuerpos pueden soportar perfectamente esa sobredosis de hormonas.

Dispensar la píldora del día después en las farmacias sin receta, como quien compra leche de continuación para el bebé, es un error. La píldora en cuestión no es leche de continuación, sino un cóctel de hormonas que debe suministrarse con mucha precaución, según cuentan quienes al parecer saben de ese tema. Pero claro, parece que a nuestras ministras les preocupa más que no haya preguntas indiscretas que el daño futuro que ese cóctel hormonal puede producir en nuestras mujercitas.

Los embarazos no deseados son algo habitual en todas las sociedades. Ahora contamos con medios tecnológicos para evitarlos,y uno de ellos es mediante el empleo de la dichosa pildorita. Es eficaz, indolora, y ahora también anónima. Un gran logro de nuestras todopoderosas feministas de género, obsesionadas con que las mujeres son quienes tienen que tener el poder de decidir cuándo empezar una relación de pareja, cuándo terminarla, cuándo tener hijos,cuándo no tenerlos, cuándo tener sexo, cuándo no, cómo tener esas relaciones y cómo no tenerlas, qué es romántico y qué es guarro...

Claro, como todo es Por ellas, para ellas... y de ellos

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